En el año 1942, con el apoyo de la corporación de fomento de la producción se creó chile Films, con el objetivo de promocionar la producción cinematográfica en el país. Este nuevo impulso Ayudo el rodaje de películas chilenas. Esto hizo que aparecieran numerosas películas basadas en obras literarias, entre ellas La chica del Crillón, de Joaquín Edwards Bello ; La Hechizada, de Fernando Santiván y Cabo de hornos, de Francisco Coloane.
Después del golpe de estado , el cine nacional se estancó. Sin embargo, debido a la persecusión y al exilio, su evolución continuó en otras latitudes, destacándose por ejemplo, La muerte y la doncella de Ariel Dorfman y El cartero de Antonio Skármeta , hacia finales de la década de 1970 apareció Julio comienza en Julio, dirigida por Silvio Caiozzi.
A partir de la década de 1990, la vinculación entre cine y literatura continuó vigente, proporcionando nuevas formas de expresión como es el caso de las adaptaciones de cuentos chilenos para la televisión y la versión de "Subterra" inspirada en la obra de Baldomero Lillo y dirigida por Marcelo Ferrari.
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